Sin descanso en este arranque de temporada, Mario Román disputaba el pasado sábado la denominada Extreme Peyratoise, una prueba que retoma la filosofía de la mítica Gilles Lalay Classic y se celebra igualmente en los alrededores de la localidad francesa de Peyrat-le-Chateau, donde el bravo piloto de Moremoto Racing terminaba segundo, a espaldas de su compañero de equipo en Sherco, el sudafricano Wade Young.
Por la mañana tenía lugar un enduro de corte convencional, cuyos resultados iban a servir para definir el listado definitivo de pilotos que tomarían parte en la ronda final, la verdaderamente extrema, y que, como hace ahora casi treinta años, concluiría, ya de noche, en la temible subida del Corbeau Mort. Mario se clasificaba octavo en la fase matinal de selección, para ser ya segundo en el siguiente bucle.
«La verdad –explica Mario– es que ha resultado más duro de lo que pensaba. No venía preparado para salir a las seis de la mañana a una primera especial con las luces y toda la hierba helada, y luego a un tramo de bosque con infinidad de roderas de barro y el suelo completamente mojado. Pero bueno, la primera vuelta la salvé más o menos, sin tampoco hacerlo excesivamente mal, y terminé duodécimo. Por suerte, a partir de las nueve ya asomó un poco el sol y pude recuperar hasta el octavo puesto, con lo cual ésa sería mi posición de salida para por la tarde.
Volvíamos a arrancar a las tres, separados por quince segundos, y el final de carrera estaba previsto para las nueve y media. Nos esperaban 150 kilómetros muy duros, con muchos sectores de barro. Me llamó la atención el hecho de que hubiera tantas zonas de hierba mojada, en las que se te hundía la moto y en donde, si no escogías bien la trazada, te quedabas allí atrapado: parecía Suecia o Finlandia, no Francia. Yo me enganché en dos o tres barrizales y me tocó echar mano de todo mi físico para poder escapar de ellos. Tuve una bonita batalla con el exmundialista Julien Gauthier, que ahora es el rey en Francia de las pruebas clásicas de enduro y va rapidísimo, y también con mi compañero Wade Young, cuyo ritmo era algo superior al mío. Creo que en este formato tan rápido de carrera, estuvo algo por delante y cuando rodé un rato a sus espaldas, pude comprobar que realmente volaba… de modo que mi enhorabuena. Vivimos un final bonito, con un primero y un segundo para Sherco y todo el equipo desplazado allí en pleno, mecánicos, asistencias, gente indicándonos las trazadas buenas en el barro, etc.
La carrera resultó extrema en el sentido de que fueron muchas horas de moto, barro, y frío, pero no en cuanto a recorrido. Yo la he visto más como un enduro tradicional muy duro, sin que hubiera zonas de empujar ni nada por el estilo. Encontramos mucha piedra suelta y subidas muy técnicas, pero no del nivel al que estamos acostumbrados en el hard enduro.
Ahora hago las maletas enseguida, porque esta misma semana correré El Inka Hard Enduro, que se disputa en Perú a partir del jueves día 20. Vuelvo pues al calor y a unas condiciones de carrera totalmente distintas».
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